viernes, 6 de julio de 2012

Se ha escrito un crimen. Primera parte

Bien, esto es un extraño intento de darle algo de vida a esta cosa.

Esta entrada está narrada como si de un informe se tratase. La idea es tratarlo como si fuese un juego. Una víctima, 5 sospechosos, dios sabe cuantos investigadores. Gana el que diga el cómo y el quién en un comentario.

El ganador se llevará un aplauso general y una bolsa de pipas, o puede rechazarlo y elegir la caja sorpresa (¿?)

En un par de días, o así, el informe del forense y una parte de la investigación. ¿Quien se siente con suerte?
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Debido a un fallo en el sistema, el siguiente informe de la investigación está dañado, faltando partes importantes de la investigación. Se informó al inspector al cargo para que completase los datos que faltaban, quien retó al encargado del archivo a descubrir al asesino tan sólo con los datos que disponía, el archivo dañado y el cuaderno de notas.

En la mañana del seis de julio de 2012, Gabriel, el mayordomo de la casa, encontró a su señor, el doctor Gonzalo Matanza, muerto en su despacho cuando fue a llevarle el desayuno, tal y como éste le había pedido la noche anterior. El difunto estaba sentado en su sillón, con la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados, cubierto por la sangre que se escapó del corte abierto en su cuello. La policía se personó a las siete y veintitrés de la mañana, tan sólo quince minutos después de la llamada, despertando de su profundo sueño a la asistenta Clara al llegar.

Un examen de las grabaciones de seguridad demostró que no fue un criminal externo a la casa, por lo que debió de ser una de las cinco personas que pasaron allí la noche. Por desgracia, el anciano doctor consideró que su intimidad valía más que su seguridad, negándose por ello a instalar cámaras en el interior del domicilio.

Se comenzó el interrogatorio con el propio Gabriel Barredo, quien llevaba 10 años al servicio del finado. Relató cómo los invitados se habían ido hacia las once a la cama tras una acalorada discusión y que el doctor había subido al despacho entonces, no sin antes pedir que le llevasen un café hacia las doce. Dicho café lo preparó Clara antes de retirarse a su habitación, y el mismo mayordomo se lo llevó. La víctima le pidió entonces que le sirviesen el desayuno exactamente a las siete y cuarto en ese mismo lugar, como cada mañana. Según Gabriel, el doctor estaba solo cuando se fue.

Lo siguiente fue hablar con el resto de los invitados. Eran 5 personas las que habían pasado la noche allí: los dos miembros del servicio, Gabriel y Clara, la ex-mujer del doctor, Areida Gallardo, el hijo de ambos, Miquel, y la segunda mujer del doctor, Laura Lorenzo. Todos afirmaron que, tras la discusión, cada uno de ellos se dirigió a sus respectivas habitaciones y no volvieron a salir hasta la llegada de la policía. Se adjunta una breve descripción tanto de la víctima como de los sospechosos en su correspondiente apartado del informe.

La escena del crimen estaba ordenada, no había signos de pelea. El despacho estaba abarrotado de cientos de libros de medicina, muchos de ellos con el nombre del doctor en el lomo. Contaba con dos cómodas butacas para los invitados, un sillón que conservaba la forma de la víctima y una mesa de roble que bien vale el salario anual de un inspector. Sobre esta se encontraban las notas sobre el próximo proyecto literario del doctor, la taza de café que había pedido aún por la mitad y el arma homicida clavada en la madera. El cuchillo tenía una hoja de sierra de acero inoxidable y un mango de madera labrada, una pieza de un juego de diez cuchillos que se guardaba en la cocina. Cualquiera tenía acceso.

El forense dictaminó que la muerte tuvo lugar en torno a las doce y media. La herida mortal era la abierta en el cuello, y presentaba ligeros signos de haberse defendido. Se llevaron el cadáver una vez finalizada la investigación preliminar.

De acuerdo con el informe forense, se administró un potente somnífero a la víctima. Tras analizar la taza de café se determinó que el somnífero había sido diluido en la bebida. Tanto la criada como el mayordomo desmintieron que añadiese el somnífero mientras lo preparaba, aunque ella sí que admitió que bebió del mismo.

No se encontraron huellas dactilares en el cuchillo.

El motivo de la reunión era simple. La víctima había decidido cambiar su testamento, en el que dejaba la mansión y una gran parte de su fortuna a su hijo, dinero más que suficiente para vivir cómodamente a los miembros del servicio y una cantidad envidiable a su ex-mujer. Su última voluntad dejaba ahora la mansión y una cuarta parte de la fortuna a su segunda esposa y un edificio pequeño y declarado en ruinas a su hijo. El resto se destinaba a estudios médicos, incluidos el cáncer y la enfermedad de Huntington.



ANEXOS

Lista de sospechosos:


•Gabriel Barredo, 34 años. Moreno, ojos oscuros, 1,76 metros de altura. Siempre mantiene la calma. Fue el último en ver a la víctima con vida.
•Miquel Matanza, 35 años. Moreno, ojos oscuros, 1,70 metros de altura. Muy temperamental, tiende a perder el control.
•Clara Castillo, 21 años. Rubia, ojos verdes, 1,56 metros. Tímida, muy nerviosa. Suele romper todo con lo que trabaja.
• Areida Gallardo, 63 años. Pelo blanco, ojos azules, 1,58 metros. Parece estar siempre fatigada. Se divorció de la víctima hace 18 años.
•Laura Lorenzo, 25 años. Morena, ojos oscuros, 1,61 metros. Antigua estudiante de medicina, dejó la carrera al conocer a la víctima. Llevan 2 años casados. Fácilmente irritable.

La víctima. Informe forense.

Gonzalo Matanza, de 65 años de edad. Casado dos veces, la primera con Areida Gallardo, con quien tuvo un hijo, Miquel Matanza. Se divorciaron en 1994. El segundo matrimonio tuvo lugar en 2010, tras 4 años de relación con Laura Lorenzo, antigua alumna de medicina, a la que conoció dando clases.

Se determinó la hora de la defunción a las 00:30 del 6 de Julio de 2012. Análisis posteriores no contradicen este hecho. La causa de la muerte, la herida abierta en el cuello. La víctima murió desangrada. Se encontraron pruebas que demuestran que la víctima se defendió, así como trazas de un potente somnífero en la sangre. Dicho somnífero fue recetado a la víctima por problemas de insomnio, tarda entre 10 y 15 minutos en hacer efecto desde la ingesta, y proporciona un sueño profundo de 8 a 10 horas.

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